Tengo que confesar que nunca he estado en Andalucía. Soy muy apegada al Norte de la Península, el clima mediterráneo y el calor no me gustan nada. Aunque algún día iré al Sur, que espero que sea pronto, aún tengo pendientes unas visitillas a mis amigos andaluces, pero de momento, lo único que puedo hacer es importar sus cosas a Galicia.
Cómo es tiempo de tomates, y en casa nos salen por las orejas, me decidí a probar a prepararme un
gazpacho en casa. Hasta hoy, mi único encuentro con esta bebida típica del sur había sido en su forma procesada y embotellada, una trapallada vamos. Cómo estamos en verano y nuestra huerta está a rebosar de hortalizas me puse manos a la obra para preparar este plato tan fresquito (aunque ahora se nos está volviendo a nublar el tiempo por aquí.)
Hacer un gazpacho es una chorrada, y en 10 minutos tienes
una jarra de litro y medio bien llena. Para mi gazpacho usé 5
tomates bien grandes, 2
pimientos verdes y 1
pimiento rojo, medio
pepino, una
cebolla y un diente de
ajo. Lo trituré todo bien
triturado con la batidora eléctrica y le eché un poco de
sal, 3 cucharadas de
vinagre y 6 de
aceite de oliva.
Pero como soy una bruta me pasé con la sal, estaba intragable! Así que lo rebajé con un poquito de agua.
En muchas recetas que vi se le añadía pan reseso remojado en agua para espesarlo, sin embargo, yo me ceñí a los vegetales nada más. Está bueno, siguiendo mi ideario de que "cualquier cosa que lleve tomate tiene que estar buena". Hoy a la hora de comer me bebí bien un cuarto de la jarra que preparé. Sin embargo, debe ser cosa del ajo, se me va repitiendo mucho. Pero aún así, el gazpacho en un día caluroso debe ser mano de santo. Y yo, durante estos dos días, me parece que acabaré aborreciendo mi gazpacho salado, por que en mi casa no son muy fans de este plato tan diferente a lo que acostumbramos en el Norte.
N.B.: Para mejora y disfrute del gazpacho le añadí
orégano y un poco de
pimienta, mucho más tragable, dónde va a comparar.